Reflexiones sobre las dignidades planetarias

Desde que en 1781 se descubriera el planeta Urano a cargo de William Herschel, el sistema de las dignidades de los planetas heredado de las primigenias fuentes de la astrología se ha visto zarandeado por parte de numerosos autores, no sabemos muy bien si con suficiente conocimiento de causa, por cierto. Desde los caldeos (civilización que se asentó en la antigua Mesopotamia alrededor de un poco antes del primer milenio a. C.), hay ya constancia de que se hablaba de estos conceptos, o, al menos, así nos loice Fírmico Materno (siglo IV d. C.) cuando habla de las exaltaciones, a las que, afirma, los antiguos les daban más valor que al domicilio. Hoy día, hemos visto cómo Urano ha ido desbancando a Saturno de la regencia sobre Acuario, Neptuno a Júpiter sobre la de Piscis y Plutón a Marte en relación con Escorpio. Incluso los hay que ubican a Quirón, el asteroide que se descubriera en los años 70 del pasado siglo, como regente de Virgo (quitándole así a Mercurio la exaltación, o domicilio, según fuentes, en este signo), a Lilith, es decir, el apogeo de la Luna, que, por ello, ni siquiera es un cuerpo celeste, como regente de Escorpio, junto a Marte y Plutón (qué atestado se nos queda ya el pobre), a Neptuno exiliándose en Virgo y Géminis, etc. (basta con que pongáis en Google "dignidades planetarias", y ahí podréis ver de qué hablo).
Bien es verdad que la vida cambia, que el conocimiento del cosmos es cada vez mayor, que ello implica que lo conocido se puede ampliar, sustituir, modificar, etc. No afirmo que los nuevos cuerpos celestes que se van conociendo no puedan acceder a un estatus como el que los antiguos otorgaron al antiguo sistema solar conocido (hasta Saturno). No obstante, quiero reseñar algunas observaciones que algunos de los principales astrólogos de siempre ha ido diciendo sobre este tema, muchos de ellos aplicando la lógica y los concepyos derivados de la visión del cosmos imperante antes de la revolución copernicana, y muchos otros limitándose a copiar lo que autores anteriores a ellos habían dicho y, muy probablemente, sin ni siquiera comprobar lo que iban virtiendo en sus escritos, pero esa es otra historia de la que os hablaré algín día). Para no alargar demasiado el asunto, voy a recoger aquí algunas explicaciones que dieron los antiguos sobre las razones del domicilio del Sol, muchas de ellas, como veréis, de corte astronómico o meteorológico. Otra cuestión es la explicación más de carácter o conducta, que también tiene su enjundia y de la que tampoco hablaré hoy. Comenzaré con Abumasar (siglo VIII), quien en su "Gran introducción a la astrología" dice lo siguiente sobre el domicilio del Sol, que lo recoge de Ptolomeo (la gran fuente astrológica en este sentido): "Por el ascenso del Sol, el aire se vuelve cálido y caliente, y por su estancia en Cáncer, Leo y Virgo el verano tiene lugar [en el hemisferio Norte], pero la naturaleza más clara y fuerte del verano, o sea, el calor y la sequedad, se produce cuando el Sol está en Leo, signo masculino, caliente y seco. El Sol indica por su naturaleza calor, sequedad y masculinidad, Leo está en el medio de la estación del verano, y el Sol está en el medio de los siete planetas. Por ello, el Sol y leo están de acuerdo en el calor y la sequedad, en la masculinidad, por estar en el medio de las esferas el primero y en el medio de la estación del verano, el segundo.Por esta razón Leo se convirtió en la casa del Sol." Más adelante, y basándose en lo que había dicho Hermes Trismegisto (personaje legendario por lo demás), dice el astrólogo persa: "cuando el Sol está en los 15 grados de Leo, el calor y la sequedad son más fuertes en el mundo. Por esta razón, la más digna de las casas de la esfera es Leo debido a la idoneidad de ésta con el otro por naturaleza, y el lugar más fuerte está en los 15 grados del signo." Esto de los 15 grados del signo como el lugar en que el planeta es más fuerte en su influencia es algo común en la tradición astrológica, y, como vemos en este pasaje, tiene raíces de tipo astronómico para buena parte de dicha tradición.
Por su parte, Antonio de Nájera (siglo XVII) nos dice en su "Summa astrologica": "Los signos de Leon y Cancro como se lleguen más a nuestro Zenit, estando en ellos los dos luminares, más rectamente nos hieren sus rayos, que en los otros signos que con su grandeza, claridad y efectos a los demás planetas sobrepujan. Estos tienen en estos dos signos sus domicilios, y no indiferente sino Leon signo masculino, diurno y cálido, recibe del Sol abundantemente sus mismas calidades. La Luna femenina, nocturna, frigida, y humida, ayuda a Cáncer de la misma naturaleza". Parece que aquí la sombra de Ptolomeo sigue planeando, aunque aquí se resalta que la posición de los luminares en todo lo alto del cielo, o sea, los signos de Leo y Cáncer, está apoyada en la idea de la incidencia directa de sus rayos, mostrando todo su potencial, aunando además las características en cuanto a cualidades (base de los cuatro elementos) de signo y Casa.
Un siglo después, el gran Piscator de Salamanca, Diego de Torres Villarroel, escritor y astrólogo que, todo hay que decirlo, mezclaba los conceptos y muchas veces en cuestiones de dignidades planetarias, nos decía en el "Viaje fantástico":"Cuando el Sol está en él [Leo] seca y aniquila lo vegetable. Leo es de naturaleza de fuego, cálido y seco en demasía, masculino y diurno. Es casa diruna y nocturna del Sol". Es decir, el Sol en Leo calienta en extremo (en el hemisferio Norte) y de ahí, una vez más, que se establezca este signo como el domicilio del Sol.
Toda explicación de la naturaleza que se quiera dar es hija de su contexto cultiural y científico, eso es indudable. De todos modos, y aunque muchas de las explicaciones en astrología que nos han dejado los antiguos puedan no ser siempre suficientemente convincentes, se deben a un contexto determinado. Hoy día, cuando se habla de la exaltación de Mercurio en Acuario se trata de argumentar tal asociación en base a que Urano, que es el regente de Acuario (en la visión moderna) es la octava superior de Mercurio. Dudo mucho que los que arguyen esto sepan exactamente lo que esta expresión significa (algunos lo sabrán, claro; yo no, ni idea tengo de música), aunque si nos hacemos una imagen del sistema solar y tomamos como referencia el Sol, Mercurio es el planeta más cercano a este, y si tomamos a Saturno, el señor de los signos más alejados a los de las luminarias, Urano es el que sigue a continuación de él, de la misma manera que Mercurio con respecto al Sol. En cualquier caso, las explicaciones de hoy en día no tienen en cuenta criterios relacionados con las cualidades primitivas (calor, sequedad, humedad, frialdad), ni tampoco, por obviedad subsecuente, los elementos de la naturaleza. Ya hemos dejado atrás a Aristóteles, es cierto, pero aquella lógica que estaba detrás de las definciones de conceptos astrológicos (muchas de ellas cuestionables, como ocurre en todas las épocas) no la veo (yo, insisto) en la actualidad. Ojalá que, algún día, se llegue a ver que Neptuno rige a Piscis por razones más objetivas, o visibles, que decir que ambos comparten el caos, la confusión, lo místico. Aunque, ahora que lo pienso, si los planetas visibles producen efectos visibles, los no visibles producirán efectos invisibles al ojo humano. En fin, la eterna lucha entre lo que se puede comprobar y lo que no... Pero, ¡qué importante es que haya una conclusión lógica de lo que se afirma! Dignidades planetarias según tabla de la "Summa astrologica":
Tabla de dignidades actual (fuente: www.integrandoelser.com):
Conocer bien el pasado, que no idolatrarlo, puede servirnos de guía a la hora de estudiar los cuerpos celestes que se van descubriendo. No hagamos como que cientos de años no han significado nada absolutamente. Estudiemos y comprobemos.

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